Desde hace 10 años, este abogado e historiador motiva a sus estudiantes a conocer y a entender su pasado, con el fin de que puedan hallar respuestas a las preguntas que, hoy en día, tantos venezolanos se hacen. Como docente, invita a sus colegas a ir más allá de lo académico y ayudar a formar nuevos líderes.
Graduado en 1990 como abogado en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Guillermo Guzmán es un apasionado del país. Con un postgrado en Administración de Empresas en la Universidad de Boston (Estados Unidos), durante buena parte de su vida se ha dedicado a formarse como historiador.
A la fecha, ha realizado varios diplomados de Historia en la Universidad Metropolitana (UNIMET) y una maestría en Historia de Venezuela en la UCAB, donde actualmente está culminando el doctorado.
Con varias investigaciones publicadas, es una referencia a la hora de hablar sobre temas como la reclamación del Esequibo o la política diplomática petrolera nacional.
Comenzó en el mundo de la educación en el 2005 e ingresó como profesor de la UCAB en el año 2009. Dio clases -por supuesto- de Historia en la Escuela de Comunicación Social, y en el año 2014 se mudó a la escuela de Economía, donde imparte la cátedra Pensamiento económico venezolano y la materia electiva Historia empresarial y bancaria de Venezuela, a los alumnos de los últimos semestres.
Para Guzmán, la educación es la oportunidad de ayudar a cambiar el país, de contribuir a formar a las nuevas generaciones y de enseñarles de dónde vienen, en dónde están y adónde van.
«Hay estudiantes que llegan a las clases de historia con la experiencia que han tenido en bachillerato, que muchas veces no es una experiencia muy satisfactoria, y vienen a las clases con desgano. Es por esto que yo intento demostrarles la importancia de la historia, de conocer lo que somos los venezolanos y la sociedad venezolana, de conocer el devenir del siglo XX y luego el despertar del siglo XXI en esta realidad, para que, a partir de ahí, puedan comprender y analizar. Y es que si queremos un futuro distinto tenemos que saber lo que somos».
Con una sonrisa siempre en los labios, este docente busca la manera de que los estudiantes congenien con las materias que dicta, se entusiasmen y se embarquen en el camino del saber, del conocer. Sus intentos no han sido en vano, pues es un profesor muy querido y demandado en la escuela donde imparte clases.
«He sido nombrado padrino de promoción por cuatro años seguidos y eso es, para mí, un orgullo. Me encanta saber que puedo inspirar a mis estudiantes, que puedo motivarlos a ser y hacer más. Eso me llena y es algo que no todos los maestros logran».
En el aula, busca que la relación profesor-estudiante se sienta cercana, ya que considera que la empatía es un elemento importante en el proceso de aprendizaje. A la hora de dictar clases, procura echar mano de estrategias visuales y variadas, para poder atrapar a sus alumnos con el contenido.
«Intento que, por más densa que sea la materia, los muchachos se sientan interesados por lo que se les está dando. Siempre implemento chistes históricos o datos curiosos que sirvan para que el alumno haga clic, no pierda nada de las clases y refuerce el conocimiento».
Más allá de lo académico, Guzmán Mirabal también predica con el ejemplo. Opina que la mejor manera en que los ciudadanos pueden contribuir con el país es siendo la mejor versión de sí mismos. Cree que la UCAB es una casa forjadora de líderes, por lo que no solo envía un mensaje a los jóvenes sino a sus colegas docentes.
«Creo que dar lo mejor de mí en las clases, o tratar de darlo, es importante para los alumnos, ya que ellos son el futuro. Y pienso que es lo que deberíamos hacer todos profesores desde el salón de clases, dar lo mejor de nosotros para contribuir en la reconstrucción del país: crear líderes y formar profesionales que, en algún momento, pondrán su grano de arena y harán el cambio necesario que todos los venezolanos necesitamos».
♦Texto: Katherine Rodríguez/Foto: Aura García
Fuente: El Ucabista